EL HOMBRE DE LOS POZOS
Isaac no levantó arcas ni construyó altares majestuosos como Abraham. Su oficio fue campesino y cavador de pozos en el desierto.
Mientras otros buscaban guerras y conquistas, él buscaba agua. La Biblia cuenta que, en tiempos de hambre, sembró en la tierra y cosechó al ciento por uno.
Cada pozo era más que un hueco en la tierra...era un acto de fe en que Dios proveería lo invisible, lo que estaba escondido bajo la arena.
No discutía demasiado. Cuando los filisteos le peleaban por un pozo, él se apartaba y cavaba otro.
Su oración era la perseverancia.
Su fe, la paciencia.
Su oficio, la confianza de que el agua siempre está, aunque toque excavar más profundo.
“Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre” (Génesis 26:18).
Isaac nos enseña que no siempre la oración se eleva hacia arriba; a veces, la oración se cava hacia abajo… hasta encontrar la fuente escondida.
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