miércoles, 9 de abril de 2025

Judas Iscariote

Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesús entregándolo a las autoridades por 30 monedas de plata. Figura universalmente señalada como símbolo de traición.

Desde una visión estoica, la falta principal de Judas fue la debilidad frente al deseo material y la incapacidad para controlar sus pasiones internas, rompiendo la virtud estoica de la templanza. 

Según Epicteto, el hombre sufre cuando valora lo externo (dinero, poder, aprobación) más que su integridad interna. Judas, al ceder a esta debilidad, abandonó el control sobre sí mismo y perdió su paz interior.

Marco Aurelio diría que el error mayor de Judas no fue solo traicionar a su maestro, sino traicionar su propio principio interno, pues toda traición es antes una ruptura interior: “El peor daño que puedes sufrir es el que tú mismo infliges a tu alma al traicionar tus principios.”

Judas nos recuerda que la verdadera lucha no es con las circunstancias, sino con nuestras propias debilidades internas.

Su historia enseña que un instante de falta de autocontrol puede destruir toda una vida.

La virtud estoica reside en mantenernos íntegros ante las tentaciones del mundo externo, entendiendo que ningún placer temporal vale más que la paz duradera del alma.


JUDAS

Judas fue uno de los doce elegidos. Vio milagros, escuchó enseñanzas y compartió pan con Jesús. Pero su corazón se fue endureciendo. Por 30 monedas de plata, traicionó al Maestro con un beso.

Lo más triste no fue solo la traición, sino que no supo volver. Cuando se dio cuenta de su error, tiró el dinero y confesó su culpa, pero la desesperación le ganó. Murió sin perdón, aunque Cristo lo habría perdonado si hubiera vuelto.

Judas representa al hombre que se pierde no solo por pecar, sino por no creer en el perdón. Es el espejo de muchos que creen que el error es el final, cuando en realidad el verdadero fracaso es no buscar redención.

No fue un monstruo. Fue humano. Pero dejó que la culpa se volviera más fuerte que el amor.

LO LLAMARON TRAIDOR

No fue traición... Fue obediencia...

No fue codicia... Fue entrega...

Judas no vendió al Maestro… lo ayudó a cumplir su destino.

Mientras los demás dormían en el huerto, Judas velaba… no por temor, sino por la carga que le fue confiada en secreto.

Jesús lo eligió a él...

No al más puro, ni al más fuerte…

sino al más valiente.

Porque no hay mayor dolor que herir a quien se ama, y aún así hacerlo… por amor.

En el Evangelio de Judas, el Maestro le habla a solas, le revela los secretos del Reino, le confía el papel más oscuro, el más necesario...

- “Te superarás a todos ellos”, le dijo.

- “Porque tú sacrificarás al hombre que me reviste”.

Judas no traicionó: obedeció...

Fue el único que entendió que el cuerpo debía morir para que el Espíritu se liberara.

Y lo aceptó, aunque el mundo entero lo odiara hasta el fin de los tiempos.

Lo llamaron traidor…pero en verdad fue el más fiel.. 

El Judas del secreto...

El Judas del sacrificio...

El Judas que amó a Jesús más que todos…porque fue el único que aceptó perderlo, para que Él pudiera salvarnos.

Inspirado en el evangelio de Judas. (Apócrifo)






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