TRADICIÓN APOSTÓLICA vs. REFORMA PROTESTANTE
ORÍGENES DEL PENSAMIENTO:
San Eusebio, obispo y historiador del siglo IV, defendió la tradición apostólica como fundamento de la Iglesia y la autoridad eclesiástica. Martín Lutero, en el siglo XVI, rompió con esta tradición, proclamando que la Biblia es la única fuente de autoridad. Eusebio preserva la continuidad de la fe; Lutero desafía la estructura establecida.
AUTORIDAD DE LA IGLESIA:
Para Eusebio, la Iglesia es la institución visible y legítima fundada por Cristo, cuya autoridad se transmite por sucesión apostólica. Para Lutero, la Iglesia institucional se había corrompido y debía reformarse volviendo a la Escritura. Uno ve en la Iglesia la guía de la fe; el otro, en la Biblia el único camino.
DOCTRINA Y SALVACIÓN:
Eusebio promovía la salvación a través de los sacramentos y la vida eclesial. Lutero proclamó la justificación por la fe sola (sola fide), sin necesidad de mediadores. Uno defiende la tradición y los sacramentos; el otro, la fe individual.
RELACIÓN CON EL PODER:
Eusebio apoyó la alianza entre la Iglesia y el Imperio, viendo en Constantino un instrumento divino. Lutero se enfrentó a las autoridades religiosas y políticas, desafiando el papado y promoviendo el libre examen de la Biblia. Uno valida la unión entre Iglesia y Estado; el otro, la autonomía de la fe.
LEGADO:
San Eusebio ayudó a consolidar la doctrina de la Iglesia y la historia del cristianismo primitivo. Lutero dividió la cristiandad y dio origen al protestantismo. Uno representa la continuidad de la fe tradicional; el otro, la ruptura y la reforma.
San Eusebio defendió la autoridad apostólica y la unidad de la Iglesia, mientras Lutero promovió la libre interpretación de la Escritura y la independencia de la fe. Dos visiones irreconciliables sobre la esencia del cristianismo.
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