Tradicionalmente, se denomina "capellanes" a los miembros de alguna rama de la fe cristiana (por ejemplo, pastores, reverendos o ministros) que se encargan de pronunciar sermones en los lugares ya mencionados; o bien, a los eclesiásticos o sacerdotes que dicen la misa en la capilla u oratorio.
Durante algún tiempo, las creencias de la Nueva Era han sido una parte influyente de la sociedad, y la comprensión de quienes afirman ser más espirituales que religiosos ha resonado en muchas personas.
Con el paso de los años, debido a la afluencia cada vez mayor de poblaciones étnicas diversas y a las muchas religiones no cristianas, el papel del capellán se ha ampliado para incluir asistencia más allá de la meramente religiosa. La atención espiritual no siempre se considera que tenga connotaciones religiosas.
En épocas anteriores, como la edad media, se sabía que los capellanes eran figuras espirituales que representaban de manera destacada las creencias cristianas generales en entornos más distantes, como las fuerzas armadas, o en situaciones de emergencia médica donde se podía ver en acción a organizaciones como la Cruz Roja. En el temple los capellanes cumplen esta misma función, incluyendo las actividades espirituales, teológicas, religiosa, entre otros.
El capellán es un pilar fundamental en cualquier cultura religiosa debido a sus compromisos dentro de la organización los cuales eran muy importantes para su funcionabilidad religiosa y espiritual.
Como los templarios, a la manera de las demás órdenes militares, en un principio eran todos o la mayor parte legos, se veían precisados a tomar por un tiempo fijo o por toda la vida para el servicio, vigilancia y cuidado de sus iglesias y para practicar todas las ceremonias religiosas de su instituto, los sacerdotes o capellanes necesarios, los cuales conservaban su traje propio, y no eran considerados como individuos de ellas. Los cap. III y IV de la regla tratan de sus obligaciones y recompensas.
Los templarios asistían con los hospitalarios, otra orden que como hemos dicho se creó por aquel tiempo en Jerusalén, a todas las funciones a que como monjes podían asistir, en las cuales salía la cruz del Salvador, yendo como más antiguos a la derecha de estos.
Un capellán debe tener discernimiento en cuanto a las necesidades básicas de los hermanos y personas externas con las que está hablando, notando las señales invisibles que una persona no está revelando por completo. A un capellán se le suele pedir que lleve a cabo servicios religiosos que se alinean con la formación y la representación religiosa de ese capellán. También se encargan de otras tareas ministeriales, como la celebración de bodas, funerales y asesoramiento pastoral. El apoyo mediante la oración también forma parte de esto, pero solo hasta el punto de obtener el respaldo templario del capellán.
+ Responsabilidades De Un Capellán
Los capellanes en servicio de milicia activa son responsables de velar por el bienestar espiritual y moral de los miembros del servicio y sus familias. Sus responsabilidades incluyen la celebración de ritos religiosos, la conducción de servicios religiosos y la prestación de asesoramiento confidencial.
Estos capellanes son oficiales comisionados destinados en cualquier lugar donde haya militares, incluso en entornos de combate. Desempeñan un papel importante en el programa del comandante para el control del estrés operacional.
+ Competencias De Un Capellán.
– Ser llamado al ministerio de capellanía.
– Tener una formación teológica básica para poder diagnosticar las agendas espirituales de su hermano, teniendo en cuenta su idiosincrasia cultural, familiar y religiosa.
– Conocer la base de la ciencia del comportamiento para entender y identificar las emociones y actitudes del hermano y su familia.
– Debe ser capaz de leer e interpretar el documento vivo que está sobre su cuidado.
– Debe conocerse a sí mismo, ser sano psicológicamente y espiritualmente. Estando consciente de los procesos de proyección, transferencia y contra-trasferencia en el cuidado de su hermano.
– Debe ser un profesional responsable en el manejo del santuario del hermano, respectando sus creencias, cultura, limitaciones y sobre todo la confidencialidad del paciente.
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